miércoles, 19 de diciembre de 2007

Edwin Wurm, escultor vienes contemporáneo escribe con sus palabras: “Estoy interesado en los aspectos cotidianos de la vida. Todos los materiales que me rodean podrían serme de utilidad, así como los objetos y temas relacionados con nuestra sociedad contemporánea. Mi obra habla acerca del ser humano en su totalidad: lo físico, lo espiritual. Lo psicológico y lo político”. Comenzando por sus últimas palabras, es claro ver su postura frente al arte, que es aquello que lo motiva a crear. Ya no responde a impulsos netamente científicos como lo haría el cubismo, ni tampoco a un arte de manifiesto como lo hizo el Pop Art., sino que este es el arte que se empapa de la sociedad, de circunstancias más elementales y banales, representándolas con una mueca de ironía en sus objetos. Así vemos como se despliega la obesidad como problema clínico – social, la moda y la publicad como agentes privilegiados de fenómenos sociales contemporáneos, y el culto al consumismo, entre los cuales se sitúan como paradigmas la vivienda y el automóvil. Ejemplos de estos últimos son el “Fat convertible” y la “House Attack”, claras demostración de los intereses que vagan por el mundo del consumo permanente. Y ya que hablamos de consumismo y este en torno a la vivienda, aquí presento a mi nuevo personaje, Frank Gehry. Si bien este arquitecto estadounidense no responde con su obra en relación al escultor mencionado, me interesa esta comparación por un punto en común que guardan ambos en relación a la época. Por un lado Wurm, muestra esta cuestión y hace saber con su obra de los males que tal fenómeno genera, y si bien la forma que sus esculturas adquieren esta moldeada por este, su resultado final es irónico e inofensivo. Sin embargo, ¿Qué tan cierto es que Gehry responda a la búsqueda de un arte? ¿Acaso sus obras no son el resultado de grupos inversores, que tienen en sus manos grandes caudales de dinero que en vez de ser utilizados para fines nobles, son despilfarrados en la búsqueda interminable de una forma que represente su grandeza? Avalar dichas cuestiones en la arquitectura ya no pasa desapercibido, siendo esta una postura moral grave; la vida de muchos individuos esta en juego tras el devenir de un futuro depredador, y si los epicentros del conocimiento responden a tales desconsiderados pedidos, la solución se enterrara junto al fin del la especie. En definitiva, si criticamos a un grupo de jóvenes por construir una torre afrancesada en los tiempos que acontecen, también realcemos nuestras críticas ante arquitectos que quizá no muestren en forma las ideologías neo clásicas, pero si lo hagan en relación a su significado; porque recordemos entonces que tales ornamentos eran construidos en relación a una idea de poder y si hoy las formas caóticas de la arquitectura post estructuralista hablan a escondidas de las mismas intenciones, entonces estas también son ornamentos. Gehry es el ornamento contemporáneo.

sábado, 15 de diciembre de 2007

¿Y que es raro?